Según un estudio reciente publicado en Nature Communications, el Ártico enfrenta la posibilidad de experimentar su primer verano sin hielo marino ya en 2027, mucho antes de lo previsto. Este alarmante avance del deshielo, liderado por las climatólogas Alexandra Jahn y Céline Heuzé, se debe a una combinación de cambio climático y condiciones meteorológicas extremas.
La investigación se basó en más de 300 simulaciones computarizadas, que sugieren que, incluso sin un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero, podríamos ver un Ártico sin hielo entre nueve y veinte años después de 2023. Factores como un otoño cálido inusual, seguido de un invierno y primavera también cálidos, podrían acelerar este proceso, derritiendo más de dos millones de kilómetros cuadrados de hielo en un corto período.
A pesar de que el primer día sin hielo marino no supondrá un cambio drástico inmediato, sí marcará un cambio significativo en uno de los rasgos definitorios del entorno natural del Ártico. La mínima extensión de hielo registrada en septiembre de 2023 fue de 4,28 millones de kilómetros cuadrados, una de las más bajas desde que se tienen registros en 1978, lo que resalta la aceleración del deshielo, que supera el 12% por década.
Aunque el panorama es sombrío, las investigadoras subrayan que aún es posible mitigar estos efectos mediante una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero. Cada esfuerzo por disminuir las emisiones contribuirá a preservar el hielo marino y, con ello, a proteger el Ártico de un deshielo total que podría tener consecuencias devastadoras para el clima global.